martes, 22 de julio de 2014

"Se levantará un día en un laboratorio y verá que está solo".

No sé si algún día voy a sentir algo bueno tan fuerte como para que me apetezca escribirlo. Empiezo a pensar que aunque me sucedan cosas buenas las malas o las heridas siempre me van a estar acompañando.

Hoy vengo porque sigue conmigo un recuerdo de anteayer que sigue trayendo mareas y que no cede hoy en el presente. Sigue ocurriendo una y otra vez, recurre sobre mí como olas contra las rocas de un acantilado angustiado que no puede dejar atrás los golpes emocionales. Y es que aunque parezca una tontería, me han hecho daño, me duele, siento mi identidad apuñalada y perdida, con manos sí, pero sin fuerza para agarrarse a ellas de manera contundente, no soy capaz de levantarme solo.

Desde hace un tiempo soy el empollón antisocial, repelente y pedante (aunque no se diga así), que desperdicia su juventud y su vida, "que se levantará un día en un laboratorio y verá que está solo". ¿Por qué? tal vez te preguntas pequeña sombra invisible, porque no me aborrece estudiar, porque el año pasado saqué unas notas maravillosas a costa de no salir en días de diario, porque me presento a subir notas, porque no salgo hasta las tantas las veces que podría, porque no desfaso, porque no me gustan las discotecas, porque no ligo (que eso por cierto no es porque no quiera), tal vez ayuda que odie el alcohol.

Lo mejor de la historia es que no soy tan distinto, porque a pesar de que lo anterior sea cierto he salido todas las semanas del duro año que fue el pasado, este año tampoco he tenido la necesidad de encerrarme y he salido todas las semanas (por la tarde, que debe de ser que sólo cuentan las noches...), en verano salgo todos los días que hay gente, incluso en este he salido alguna noche hasta tarde, y otras tan solo hasta la una, he salido con gente de la facultad, mis amigos de toda la vida (que en tiempos difíciles, que yo los tengo muchos, te das cuenta del verdadero tesoro que son), y con más gente, además de hacer algo de política social. Y todo esto me hace ser un joven que desperdicia la vida y que se comporta como "un viejo".

Estoy triste, sin duda, y cada vez que lo recuerdo sangro más, pero no puedo evitarlo. No hay grapas, no hay puntos, no hay besos en los raspones de las rodillas, no puede aliviarme nada salvo un cambio que me ayude a recobrar las fuerzas. Intento guardar todo ésto en la entrada, dejar toda esta ansiedad presa aquí, que sea su cárcel y que no pueda volver a mi vida diaria, lo intento.

Ahora me encuentro mejor, tal vez sea una tontería, pero me han hecho daño. Ojalá acabé siendo un recuerdo de anteayer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario